El agua San Pellegrino se distingue por su gran presencia, caracterizada por una persistente efervescencia, que pone de manifiesto su untuosidad y su sabor, ligeramente salado y delicadamente equilibrado con una nota ácida que le da un toque refrescante para saciar la sed. Se puede consumir perfectamente durante las comidas o en cualquier otra ocasión. Las diminutas burbujas, su persistente carbonatación y su rica mineralidad la convierten en una de las aguas minerales más reconocidas del mundo, ideal para acompañar alimentos sabrosos y vinos estructurados y con cuerpo que tienen una cierta complejidad olfativa y un sabor persistente.